Sabores danzan revoltosos en mi paladar,
mientras los aromas
se elevan en volutas sutiles hacia mi nariz,
que perfumada con sus encantos
disfruta en sinfonía con mi lengua húmeda.
Cuantas sensaciones puede despertar el néctar,
el vino analcohólico y cálido
que bebemos para pensar y liberar.
Finalmente el color no se hace esperar,
y explota para dar la nota máxima
a esta sonata de los sentidos,
a esta melodía que en diez mintutos
ya esta bebida y acabada.
Una toma realizada por mi amiga Karla y procesada luego por mi, mientras disfrutaba de uno de mis placeres: el té. En este caso, uno muy particular, con rosas mosquetas, ibisco, clavos de olor y otras especias innombrables (porque no las recuerdo, jeje)